De los aleros en los tejados
agua de lluvia derramando
en pauta a gotas , mansamente .
Incongruente son tintineando
a difusa melodía anímica ,
de siempre o de nunca . Inaudita .
Vá el paseante ensímismado
pese a monologante niéguelo .
Pues cuéntase junto a las paredes
mera resbaladera mejilla
de los lacrimales del Cielo .
Amarillos , azules o verdes ,
chapotéa imaginarios charcos
en inundación onírica .
Sobre el pensamiento igual llueve
dejando estanques cromáticos
en las concavidades mentales
la intro irisada llovizna .
Acaba de pasar un transeunte ,
cerrando el mordisco de una prisa
en una dentellada del aire
detrás sí , impélelo a rauda búsqueda
de identidad perdida a instante
a empapar el seco ego adentro ,
e interiorizar el chubasco
en una neblina telúrica .
Aleja una fe con aquel perro
dejara en la nube el olfato
por haber tenido sin remedio
poner en el hocico la vista .
Con la mirada hecho cayado
valídose de palo por guia .
Para a cada paso acabo
fiar a la tormenta la vida .
Con él sigo sin rastro ensueño
por pendiente de la existencia ,
de acuerdo con los regueros
en cursos a desembocaduras .
Grieta en el pensaminento
abriera voz há , hizo rato .
Crépito en yerros rosarios .
Ancestrales sones diluvianos .
Por ahí calara el silencio .
En la aguamentada calle
entuba aullando lobuno viento
en retorzida humedecida ,
para atinar con hilván del aire
a embocar en el callejero
y enebrarse por las esquinas
en continuo arremolinamiento .
Para a las rutas siderales
volver ululando en requiebro
de alabanza a la Astronomía .
Agrias rechinan las bisagras
en portón al campo cierra y abre .
Una nube blanca me cautiva .
La luz posaría encharcada
entre nebulosa diluída .
Como difundida pareciera
través de crisoles pantanales
a dulzona aguamarina .
Una nube blanca me cautiva .
Ruiz Alcántara
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